La gripe es una enfermedad contagiosa provocada por el virus de la influenza y que se propaga fácilmente entre personas del mismo grupo de convivencia, como familias o niños en edad escolar. Esta infección afecta al sistema respiratorio, especialmente a la garganta y la nariz y, en ocasiones, a los bronquios y los pulmones.
Como todas las enfermedades víricas, los síntomas desaparecen por sí solos una vez transcurridos entre siete y diez días desde el contagio. Por lo tanto, no se necesita medicación para curar la gripe, aunque se suelen tratar los síntomas.
Dependiendo del virus que cause la enfermedad, se puede hablar de cuatro tipos diferentes de gripe:
- Gripe A: es ligeramente más grave que otras clases; es causada por un virus que puede cambiar y evolucionar, lo que dificulta el desarrollo de vacunas y tratamientos efectivos. Además, es capaz de causar pandemias como la gripe española de 1918 o la H1N1 de 2009.
- Gripe B: solo se presenta en humanos. Suele ser leve y fácil de controlar, aunque dura más tiempo.
- Gripe C: es poco común y suele desencadenar en cuadros clínicos leves, similares a los de un resfriado.
- Gripe D: afecta a los animales, especialmente al ganado, y no suele tener prevalencia en los humanos.
A pesar de que es una patología leve, puede llegar a ser muy grave y potencialmente mortal para ciertos sectores de la población. Por lo tanto, se recomienda la vacunación anual de las personas de riesgo para minimizar las complicaciones en caso de contraer la enfermedad, ya que no siempre se evita el contagio.
Síntomas
Los síntomas más habituales de la gripe son:
- Fiebre
- Tos
- Escalofríos
- Congestión nasal
- Dolor de garganta
- Dolor de cabeza
- Dolor muscular
- Dolor articular
- Malestar general
Los niños pueden manifestar también diarrea y vómitos.
Causas
La causa de la gripe es el contagio por el virus de la influenza, que se transmite por las gotas que flotan en el aire cuando se estornuda, se tose o se habla, o las que se depositan en las superficies donde pueden ser recogidas y luego transferidas a la boca, la nariz o los ojos.
Factores de riesgo
Algunos de los factores que aumentan el riesgo de contraer la gripe son la convivencia con personas infectadas o tener el sistema inmunológico debilitado.
Complicaciones
Lo habitual es que la gripe se cure en pocos días sin presentar síntomas graves. No obstante, puede complicarse especialmente entre:
- Menores de dos años.
- Personas con obesidad.
- Mayores de 65 años.
- Personas con patologías crónicas: diabetes, cáncer, enfermedades de tipo vascular o respiratorio, o inmunodeprimidas.
- Mujeres embarazadas a partir del segundo trimestre.
- Trabajadores sanitarios, de hogares de ancianos y profesores.
- Familiares de personas con mayor riesgo.
En estos casos, la gripe puede derivar en bronquitis, dificultad respiratoria, así como la descompensación de las enfermedades crónicas previas o neumonía. Esta última puede poner en riesgo la vida de los pacientes de riesgo.
Prevención
Para prevenir la gripe se debe extremar la higiene, especialmente el lavado de manos, limitar los contactos con personas contagiadas y evitar las aglomeraciones.
Además, la vacunación anual frente a la gripe resulta útil para proteger a los grupos de riesgo.
¿Qué médico trata la gripe?
Los especialistas en pediatría y sus áreas específicas y medicina fa miliar y comunitaria son quienes diagnostican y tratan la gripe.
´ 
Diagnóstico
El diagnóstico de la gripe suele ser muy sencillo, ya que basta con una exploración física y el análisis de los síntomas referidos por el paciente.
En algunas ocasiones, se realizan exploraciones complementarias para determinar el tipo de virus que la causa.
Tratamiento
Como es habitual en las enfermedades víricas, la gripe desaparece por sí sola sin necesidad de un tratamiento farmacológico. El reposo y una buena hidratación son medidas eficaces para acortar el tiempo de duración de la enfermedad y evitar sus complicaciones.

Se pueden tomar antipiréticos o analgésicos para el dolor, malestar o fiebre. Para casos de riesgo o con síntomas muy acusados, se puede recurrir a medicamentos antigripales que tratan específicamente el virus de la influenza.
Motivos para vacunarse de la gripe y a quién se aconseja
Gracias a la vacuna, cerca del 80% de los vacunados estarán protegidos frente a la gripe. De hecho, en varios ensayos clínicos se ha demostrado que descienden los fallecimientos, los ingresos en el hospital y las complicaciones de la gripe en los grupos de riesgo con patologías crónicas.
Igualmente, es importante para prevenir el ingreso hospitalario de las personas vulnerables, y además es una muestra de solidaridad y responsabilidad en la prevención de contagios, en el cuidado de las personas cercanas y en evitar que los centros sanitarios terminen saturados.
Se trata de una vacuna recombinante, lo que significa que no incluye virus viables que puedan desarrollar la gripe. No obstante, en algunos casos sí pueden aparecer ciertos efectos secundarios después de administrar la vacuna, tales como una reacción local, fiebre o molestias leves.
En cualquier caso, estos riesgos son más leves que los que puede implicar la gripe si una persona no se vacuna, por lo que en ningún caso son motivo para decidir no vacunarse, lo que sí es verdad es que hay que respetar a las personas que por un motivo o por otro no desea vacunarse.

Hay que tener en cuenta que el virus de influenza se transmite mediante las gotas que expulsamos al respirar y, en especial, a través del contacto de las manos. Por eso, entre las medidas para evitar el contagio de la gripe se encuentra el lavado frecuente de manos o cubrirse la boca al toser o estornudar.
Por otro lado, la vacunación de la gripe es la medida de prevención primaria más efectiva frente a esta enfermedad y sus complicaciones.