Cuando la consecución de un orgasmo supone un problema, bien porque no se consigue o bien porque consideramos que su consecución se demora en exceso, estamos haciendo alusión a una disfunción sexual denominada ‘ANORGASMIA’. Debemos tener en cuenta que el origen orgásmico varía considerablemente de una persona a otra, no constituyendo problema alguno, pues cada uno de nosotros necesita de un determinado impulso para desencadenar la respuesta deseada.
Así pues, en condiciones normales este umbral variará dependiendo de la edad, nuestra habilidad o la práctica con la que contemos en el terreno sexual y la intensidad o idoneidad del estímulo que obtengamos para lograr un suficiente nivel de excitación. Esta alteración puede aparecer aunque el orgasmo se haya conseguido sin ningún tipo de inconveniente hasta el momento, incluso podemos experimentarlo en determinadas situaciones sin que ello suponga preocupación alguna para percibirlo en otras.
Aunque la anorgasmia es un trastorno que puede afectar a hombres y mujeres, su incidencia es claramente mayor en estas últimas, pasando a convertirse en una de las consultas con más demanda actualmente, y es que el reconocimiento del placer femenino y el deseo de experimentar relaciones sexuales más satisfactorias hace que se pida consejo no solo cuando la consecución del clímax se convierte en un problema, si no también se busca el asesoramiento orientado a la obtención de orgasmos más intensos alcanzados a través de distintos tipos de estimulación. Respecto a la fuente que la produce, la anorgasmia puede ser causada tanto por razones orgánicas cómo psicológicas, siendo las de origen psicológico las más comunes.