Su principal función es lubricar esa zona, para que sea más fácil la penetración, de forma que las relaciones sexuales no sean molestas o dolorosas para la mujer. Además también se ha comprobado que ayuda a los espermatozoides abrirse camino a través del útero, protegiéndolos del ph ácido de la vagina y guiándolos a través de sus canales. Limpia, humidifica y protege de posibles infecciones.
El flujo, también conocido moco cervical, puede variar de color y consistencia durante el ciclo menstrual de la mujer. Esto se debe a que su producción va ligada a la secreción de hormonas reproductivas femeninas.
Cualquier cambio en el equilibrio habitual de las bacterias normales de la vagina puede afectar al flujo. Podremos notar variaciones en el color y espesura de las secreciones, pero también mal olor y picazón.
Estas son algunas de las causas que podrían alterar el flujo vaginal:
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La vaginosis bacteriana. Se trata de una infección más común en mujeres embarazadas o que tienen múltiples relaciones sexuales con distintas personas.
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Cáncer de cuello uterino.
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Infecciones de transmisión sexual, como la clamidia o la gonorrea.
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Infecciones por hongos, infección pélvica tras una cirugía o la enfermedad inflamatoria pélvica.
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Vaginitis: irritación alrededor de la vagina o en la misma.
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Tricomoniasis: una infección parasitaria, que generalmente se contrae por tener relaciones sexuales sin protección.
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Diabetes
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Duchas vaginales, jabones perfumados
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Uso de antibióticos
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