La vitamina D es una vitamina liposoluble que cumple diferentes funciones en el organismo, entre las que destaca la de servir como vehículo para la absorción del calcio por parte del organismo, un mineral que es esencial para el desarrollo y crecimiento de los huesos y para mantenerlos fuertes. Sin la vitamina D el calcio no puede ser absorbido y en los adultos, se produce un proceso gradual de desmineralización ósea que ocasiona primero una osteopenia y luego una osteoporosis, con el elevado riesgo de sufrir fracturas que esta patología comporta. En los niños puede ser el origen de raquitismo.
Además de esta función en la metabolización del calcio, en los últimos tiempos diferentes estudios han demostrado que la vitamina D cumple también una función protectora frente a determinados tipos de cáncer. Así, las personas que presentan niveles elevados de esta vitamina tienen un 40% menos de riesgo de desarrollar un cáncer de colon que aquéllas que son deficitarias. También ejerce un papel protector frente al cáncer de próstata, de mama o de piel.
Aunque la cantidad de vitamina D que necesita el organismo depende fundamentalmente de la edad y el sexo, el propio organismo la sintetiza al exponerse la piel al sol durante un tiempo muy corto. Las recomendaciones de los expertos han establecido que es suficiente una exposición de 15 minutos tres días a la semana para mantener los niveles en sangre de esta vitamina en los márgenes de normalidad.
No obstante hay toda una serie de alimentos que contienen esta vitamina y que la pueden aportar a través de la dieta: los pescados grasos, como el salmón o el atún; el hígado de ternera, las yemas de huevo, el queso, los champiñones, etc. Además, actualmente son muchos los alimentos que se producen enriquecidos con vitamina D, como la leche, los cereales para el desayuno, zumos de fruta, etc.
Hay que tener en cuenta también que un exceso de esta vitamina puede resultar perjudicial para la salud, ya que favorece la absorción de calcio a través del tracto intestinal, lo que puede producir una hipercalcinemia o, lo que es lo mismo, un exceso de este mineral en sangre.
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