Es un sangrado que suele ocurrir entre los 6 y los 10 días después de la fecundación, el óvulo es fertilizado y se implanta en el revestimiento del útero, rompiendo pequeñas venas y provocan el sangrado.
El sangrado de implantación por lo general es muy leve y no ocurre en todas las mujeres; otras mujeres creen que es una menstruación ligera y no se dan cuenta que están embarazadas si no hay otros síntomas asociados, por lo que es importante diferenciarlos realizando una prueba de embarazo en el momento correcto.
Si se tiene sangrado abundante pero también se siente dolor severo en el vientre, en el recto o se tienen antecedentes de infertilidad o enfermedades de reproducción, hay que acudir al médico inmediatamente para una valoración exacta de qué está ocurriendo.