La sexualidad de nuestros mayores es un tema poco tratado, incluso silenciado, como una especie de tabú. Sin embargo, los cambios demográficos nos obligan a desterrar este tabú, y a centrar la atención en este segmento de la población en todos los aspectos. No en vano la población europea está envejeciendo y en unos años, más del 50% pertenecerá a la Tercera Edad. Es por eso que los temas concernientes a las personas mayores tendrán un peso cada vez mayor en nuestra sociedad, y dentro de esos temas está también el de la sexualidad.
SEXO DESPUÉS DE LOS 65
Aunque no pensemos en ello, lo cierto es que la vida sexual de los mayores es una realidad. Según una encuesta realizada recientemente en España sobre salud y sexualidad, el 62,3% de los hombres mayores de 65 años se declaran sexualmente activos, frente al 37,4% de las mujeres de esa misma edad. Dejando a un lado la sorprendente variación entre la actitud de los hombres y la de las mujeres, estos datos constatan que la edad no es un impedimento para el desarrollo de la actividad sexual. Y es que si no hay una incapacidad física manifiesta, el sexo puede seguir siendo una fuente de satisfacción a cualquier edad. Necesariamente se darán limitaciones en cuanto a las prácticas, derivadas de una menor movilidad con el paso de los años, o incluso a causa de algunas enfermedades, pero la consecución del placer está al alcance de todos en cualquier etapa de la vida.
CAMBIOS EN LA CONDUCTA SEXUAL
Es evidente que con el paso del tiempo, el cuerpo va sufriendo determinados cambios y los órganos sexuales son susceptibles a esos cambios. Algunos de los inconvenientes que pueden aparecer con la edad son, en el caso de los hombres, una capacidad más lenta de excitación y erecciones menos duraderas. Por su parte, las mujeres suelen presentar sequedad vaginal, así como cambios de elasticidad en la vagina. Pero estos inconvenientes pueden ser fácilmente solventados con la actitud adecuada. Sólo en algunos casos se necesitan medicamentos. Será necesario dedicar más tiempo a los juegos preliminares para lograr que ambos alcancen la excitación adecuada. Y también es conveniente explorar nuevos lugares, nuevas posturas o nuevos estímulos. La mayor limitación que encuentran las personas mayores a la hora de tener una vida sexual activa es la salud. Un cuerpo maltratado por largas enfermedades o por la ingesta de medicamentos es muchas veces un impedimento para la práctica sexual. Otro factor que limita bastante es la falta de pareja. La viudedad a una edad avanzada puede provocar la falta de deseo de buscar un nuevo compañero sexual. Además, es normal que ciertas personas mayores incorporen en su bagaje cultural aspectos negativos sobre el sexo. Y las mujeres son especialmente sensibles a estos prejuicios. Por eso es necesario afrontar el sexo en la madurez como algo tan natural como en la juventud, con la ventaja añadida de que uno conoce mejor su propio cuerpo y sus reacciones. Olvidarse de presiones familiares y convencionalismos es fundamental para poder disfrutar de la pareja y de uno mismo. Y no estaría de más que se produjera también un cambio de actitud en el resto de la población para empezar a ver a los más mayores como personas libres y conscientes que siguen disfrutando de una vida sexual activa.