Muchas mujeres no se dan cuenta de que han sufrido un aborto por la falta de sangrado, y porque no existe la expulsión del embrión. En estos casos ni siquiera se sienten náuseas ni se tienen vómitos, como les sucede normalmente a las mujeres embarazadas. La única forma de examinar y diagnosticar un aborto diferido es a través de una ecografía. Este tipo de abortos suelen producirse entre la semana 8 y la 12 de gestación.
Las causas que provocan un aborto diferido suelen ser anomalías cromosómicas del feto, que imposibilitan su correcto desarrollo. Sin embargo, también puede deberse a infecciones o trombofilias, enfermedades que alteran la coagulación de la sangre.
Es importante acudir a todos los controles ginecológicos necesarios para evitar cualquier tipo de complicación. Se debe observar cualquier cambio o síntomas y ante un sangrado vaginal se debe acudir de inmediato al centro médico o su ginecólogo de confianza.
Los médicos aconsejan esperar dos o tres ciclos menstruales para intentar de nuevo un embarazo