La obesidad está considerada como una enfermedad según la Organización Mundial de la Salud, pero no es solamente una enfermedad, es también un agravante de cualquier otra enfermedad existente, y es a la vez una precursora de futuras enfermedades.
La obesidad es una enfermedad crónica, progresiva, que afecta aspectos biológicos, psicológicos y sociales de la vida de un individuo. Se asocia con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, de un incremento de la mortalidad y de una disminución de la calidad de vida.
La Organización Mundial de Salud (OMS) define la obesidad como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud.
La obesidad se puede medir mediante el IMC. Se calcula dividiendo el peso (kg) por el cuadrado de la estatura en metros. Por ejemplo, si un hombre o una mujer pesa 120 kilos y mide 1.65 metros, tiene el IMC igual a 44 (120 kg/1.65 x 1.65= 44). A nivel poblacional, el IMC ha demostrado una buena correlación entre la grasa corporal (no su distribución) y el riesgo para la salud.
2.- Obesidad femoro glútea o ginoide. Con predominio de adiposidad en los glúteos, las caderas, los muslos y la mitad inferior del cuerpo.
1- Edad. A medida que se envejece, los cambios hormonales y un estilo de vida menos activo contribuyen a la aparición de la obesidad.
2- Sexo femenino. Principalmente asociado al embarazo y la menopausia. La obesidad también se presenta en mujeres que tienen síndrome de ovario poliquístico, que es una afección endocrina que impide la correcta ovulación.
3- Raza. La obesidad tiene un alto grado de incidencia en los afrodescendientes y las personas de origen hispano.
4- Alimentación poco saludable. En los últimos 50 años hay una tendencia universal a comer alimentos ricos en grasa, sal y azúcares. Se consumen demasiadas calorías, se abusa de las comidas rápidas y de las bebidas con alto contenido calórico.
5- Sedentarismo. Existe una disminución de la actividad física debido a un estilo de vida sedentario por la automatización de las actividades laborales, de los medios modernos de transporte y de una mayor vida urbana.
6- Factores socioculturales. La obesidad está asociada a un menor nivel educacional y menor nivel de ingresos vinculado a un acceso limitado a establecimiento recreativos y la falta de dinero para comprar alimentos saludables.
7- Factores conductuales. Un consumo de alimentos incorrecto, el tabaquismo y la ingesta de alcohol.
8- Factores genéticos. Algunos estudios genéticos han determinado que la obesidad puede ser hereditaria con genes que influencian en la cantidad de grasa corporal y en su distribución.
9- Ciertos medicamentos. Algunos medicamentos pueden provocar ganancia de peso sino se compensa con dieta o ejercicio. Entre estos medicamentos están algunos antidepresivos, anticonvulsivos, esteroides, antipsicóticos, medicamentos para la diabetes y betabloqueantes.
Diagnóstico de la Obesidad
Como en cualquier patología, el diagnóstico de la obesidad se basa en el examen físico y la historia médica del paciente. De particular relevancia será el cálculo del IMC para confirmar que es mayor a 30 kg/m2 para determinar la gravedad de la obesidad. Esta información permite establecer metas de tratamiento y saber qué problemas de salud o factores de riesgo existen.
1- Historia clínica. Es de especial relevancia para obtener información sobre la historia del peso corporal, la edad de inicio, las fluctuaciones de peso, tratamientos previos, patrones de ingesta, factores condicionantes de la ganancia de peso, medicamentos que puedan influir en la variación del peso, grado de actividad física, así como, antecedentes familiares para evaluar la predisposición a ciertas enfermedades como la diabetes tipo 2 o la hipertensión arterial. La historia también ayuda a identificar otras enfermedades metabólicas asociadas a la obesidad y determinar el grado de control de los problemas de salud conocidos. Finalmente, también debe evaluarse el antecedente de tabaquismo y el consumo de alcohol.
2- Exploración física. Es fundamental registrar el peso y la altura para calcular el IMC, medir el perímetro de la cintura y los niveles de presión arterial. La exploración física también ayuda a descartar otras enfermedades como, por ejemplo, la presencia de estrías vinosas (Cushing) o edemas en extremidades inferiores (insuficiencia cardíaca).

3- Análisis de sangre y pruebas de imagen. Dependen de los síntomas que el paciente tenga en ese momento y de los factores de riesgo para el desarrollo de otras enfermedades. El análisis consiste en valorar en ayunas los niveles de glucosa, colesterol, la función hepática, renal, de tiroides, entre otros. También es recomendable realizar un electrocardiograma y una ecografía hepática para descartar esteatosis hepática (acumulación de grasas en el hígado).
Tratamiento de la Obesidad
Es muy importante combatirla para poder gozar y planear una buena salud para el futuro. Bajar de peso no es algo fácil ni tampoco general. Es personalizado. Cada persona, tiene su propio método y su propia forma de controlar los alimentos y aumentar el gasto o ejercicio con base en cualquier patología que tenga en su metabolismo. Las dietas deben personalizarse, basándose en el estado clínico, bioquímico, emocional, y de actividad de cada paciente.
a) Alimentación. No existe una pauta alimentaria única para bajar de peso. Junto con nuestro médico se diseña un plan de alimentación equilibrado y variado para controlar las calorías, que se individualiza según el grado de obesidad, la presencia de otras enfermedades, la edad, el nivel de actividad física y las preferencias de cada persona.
- Reducir el aporte de calorías. La clave para bajar de peso es reducir la cantidad de calorías que se consumen. Mediante una entrevista dietética, se pueden revisar los hábitos de consumo de alimentos y bebidas con la finalidad de estimar cuántas calorías se ingieren y cómo, y establecer estrategias concretas para reducirlas.
- Elegir alimentos más saludables. Para que la pauta alimentaria sea más saludable, se debe aumentar la ingesta de productos vegetales como verduras, hortalizas, frutas, cereales integrales y legumbres. Así como consumir pequeñas cantidades de grasa, asegurándose de que provienen de fuentes saludables para el corazón, como el aceite de oliva, los frutos secos y los pescados azules. El consumo de productos de origen animal debe ser más minoritario, priorizando aquellos magros como pescados blancos, carnes blancas y lácteos con bajo contenido graso. Se aconseja limitar el consumo de carnes rojas y derivados, así como la adición de sal y azúcar.
- Limitar el consumo de alimentos más calóricos. Los alimentos ricos en grasas saturadas como embutidos grasos, bollería, pastelería y precocinados, así como las bebidas refrescantes con azúcar y alcohólicas, son una manera segura de consumir más calorías, por lo que limitarlos o eliminarlos por completo de la pauta de alimentación es aconsejable para empezar a reducir el consumo de calorías.
- Planificar las comidas. Fraccionando bien las comidas, manteniendo horarios regulares y equilibrando las tomas.
b) Ejercicio físico. La actividad física adaptada a las posibilidades de cada persona y practicada de forma regular contribuye de manera favorable a controlar el peso, a mejorar los factores de riesgo asociados e influye de manera positiva en la sensación de bienestar. Para aumentar los niveles de actividad física se recomienda:
- Programar ejercicio físico. Se recomienda iniciar la práctica de alguna actividad física al menos 150 minutos por semana e incrementar gradualmente la duración hasta los 300 minutos por semana o bien variar a 150 minutos de actividad intensa aeróbica. La actividad aeróbica se practicará en sesiones de 10 minutos de duración, como mínimo. Algunas actividades recomendables son caminar a paso rápido, ir en bicicleta, nadar, hacer aquagym o bailar. Dos veces o más por semana, se recomienda además programar actividades de fortalecimiento de los grandes grupos musculares ya sea en circuitos con el propio peso corporal como con bandas elásticas o mancuernas.
- Reducir el sedentarismo. Estar activos aporta grandes beneficios. Se recomienda subir escaleras en lugar de coger el ascensor, caminar o desplazarse en bicicleta en lugar de con el coche, aparcar más lejos de la puerta, sacar a pasear a la mascota, ocuparse de las tareas domésticas y del jardín, estar activos en el tiempo de ocio, etc.
Nuestro médico: el Dr. Franco Reins
En Clínica Trotula Ruggiero te ofrecemos un plan personalizado y dirigido por un médico con mucha experiencia, el cual él mismo pasó de 135 kilos, a 92. Pero no fue fácil ya que le tomó algún tiempo y paciencia lograrlo, pero lo consiguió.
Aquí tenéis al Dr. Franco en su proceso de bajada de peso



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